¿Qué está pasando en Chile?

Entrevistamos a una compañera chilena para averiguar qué está pasando en Chile y cómo se está organizando el movimiento frente a los desafíos que le plantea la clase política y la clase dominante.


¿Qué está pasando en Chile?

Les relato aquí la entrevista realizada a la compañera Romina, quien vive en Santiago y estuvo involucrada personalmente en las movilizaciones que por más de un año han trastornado el panorama político chileno; gracias por participar en esta entrevista.

P. En Chile, habéis votado recientemente en un referéndum histórico generado por la presión de un movimiento social muy fuerte y utilizado como una laguna por una clase política que siente que el suelo se está rompiendo bajo sus pies, lo que por primera vez ha cuestionado seriamente el legado de Pinochet. ¿Qué significa este evento en la historia chilena?

R. Primariamente es fundamental remarcar y clarificar esto: El cambio de constitución, el plebiscito, no fue llevado por el movimiento de masas sino que fue una salida a la presión en la que se dio vuelta la clase política; fue una forma de establecer cierto orden o paz o ponerle paños fríos a la situación (y por esto se le llamó pacto por la paz social), pero no fue una consigna ni fue parte de un petitorio popular. Y eso porque de todo el caos que se vivió el noviembre del año pasado la clase política accedió demasiado amedrentada, demasiado presionada por lo que estaba pasando en ese momento (...) se encendieron estaciones de metro, hubieron demasiadas manifestaciones en todo Chile (...) paró prácticamente el país por una semana, y dentro de ese caos se pedía fuertemente la renuncia de Piñera, la destitución de los ministros y que el congreso se pusiera a trabajar, se pedía también que se sacaran a los políticos. Entonces en esa situación se juntaron los grupos parlamentarios tanto de derechas como de izquierdas, a puertas cerradas, sin participación de la ciudadanía, y llevaron a esto que se le llamó el pacto por la paz social, que fue la idea de llevar un plebiscito para una nueva constitución. Además de todo eso, es necesario señalar como al legado de Pinochet no se le pueda llamar “Pinochetismo”. Con el golpe de estado se instauró un nuevo modelo económico, apoyado también por Estados Unidos principalmente porqué vió amenazada su fuente de ingreso (Chile es uno de los principales exportadores de recursos naturales y de donde EEUU se abastece); entonces dado lo que había sucedido con autonomía popular y como estaba tomando tanta fuerza, se llevó a cabo el golpe de estado liderado por Pinochet con la ayuda de la CIA y de Estados Unidos. Y todo eso para instaurar el modelo económico que había entonces y sigue hoy, es decir el neoliberalismo: capitalismo netamente puro. (...) y con la dictadura se hizo una junta militar con muchos expertos y abogados y se creó una nueva constitución, pero la constitución que teníamos era del 1929 (la constitución anterior a la que se promulgó durante el golpe de estado N.d.R.) y era una constitución que consagraba los derechos y apelaba un poco más a una protección hacia la persona por parte del estado. Con la constitución golpista se borró esto y se creó una constitución con cortes más liberales y que en vez de darle garantías a las personas las anuló e hizo que las garantías de las personas fueran llevadas por delante por privados. Con esa constitución del ’89 se empieza a hablar de cosas como la educación de mercado, la salud de mercado, y una forma de ver la vida, las necesidades básicas y los derechos de las personas como algo de lo que se puede obtener un provecho: que las personas tengan que pagar por sus necesidades básicas. Cambiando esa constitución lo que queremos es que se deje de ver la vida en sí como un bien de mercado. Queremos volver a una constitución que garantice lo necesario porque las personas se desarrollen de una forma digna. La constitución tiene que consagrar eso: que las personas sí tienen derecho a acceder a algo. Hoy la gente no puede acceder a, por ejemplo, una salud de calidad y digna, porque está todo privatizado; hay que quitar esa privatización de las necesidades básicas para crear una sociedad más sana.

P. ¿Con la aprobación por gran mayoría del sí a la reforma de la constitución se ha marcado un punto de inflexión decisivo o crees que aún queda camino por recorrer? ¿Cuál fue la reacción popular a la victoria? ¿Está la gente satisfecha o sigue luchando?

R. Cambiar una constitución es seguramente un cambio importante, porque es “la gran madre” de todo lo que viene por abajo, entonces si la constitución consagra y garantiza los derechos de las personas es un avance, porque significa que también las leyes van a tener que asimilar que sean un hecho, de alguna manera, los derechos de las personas (derechos humanos, del niño, de las mujeres, de los indígenas, o sea de los pueblos originarios). Todos esos derechos que la constitución política del '89 no contempla es lo que nosotros queremos que se contemple en la nueva constitución. (...) Yo estudio leyes. Entonces por ejemplo pongamos que se quiera sacar una ley que restaure las tierras de los pueblos originarios: qué pasa? Esto no se puede hacer hoy en día por el hecho de que (en la constitución N.d.R.) se da mucho más derecho de lo que se supone tengan derecho las empresas privadas de lo que deberían tener las personas. (...) Tampoco hay una importancia o un rescate cultural por parte de las leyes, no hay nada de eso ahora contemplado sino que netamente está todo mirado a una vida de mercado, con lo que absolutamente se lucra con todo. (...) De esa forma (a través de la reforma consitucional N.d.R.) se van a garantizar los derechos de las personas, se van a garantizar un montón de cosas que no están contempladas por lo tanto sí es un avance, pero no lo es del todo por varias razones. No fue esa de la reforma constitucional la consigna principal cuando la gente salió a las calles, no fue esa la primera bandera de lucha sino que fueron muchas cosas detrás como la educación y la salud, que son las que tiene que consagrar una nueva constitución; por lo tanto se tiene que seguir luchando y amplios sectores sociales consideran que la nueva constitución no es suficiente y que la gente no tiene que parar de protestar, que la gente no tiene que dejar de luchar porque con este intento (lo de parar las protestas N.d.R.) salió el plebiscito. La clase política lanzó ese plebiscito para que pararan las manifestaciones: no es lo que vamos a hacer, no es lo que la gente va a hacer y no es lo que la gente quiere. Esto fue como un chupete para un bebé que está llorando pero no es suficiente.

P. ¿Qué organización se ha creado el movimiento popular que cuestiona el statu quo chileno para responder a las amenazas de la extrema derecha y los patrones? ¿Qué están haciendo los sectores patronales para frenar el avance del movimiento popular?

R. Por una parte se sigue habiendo organización, se sigue habiendo asambleas en todo Chile. En Santiago existen varias asambleas y esas asambleas se están organizando con su comunidad paralelamente a lo que fue el plebiscito. Quien participa en esas asambleas no cree en la democracia burguesa y no fue a votar, su forma de luchar y de sacar por delante el movimiento es a través de la organización. Signen habiendo sectores, muchos, que se están organizando, existen asambleas de gente que no se reconoce en lo que está pasando y discute todo lo que estamos habiendo a nivel político, cómo ha ido madurando ese proceso y cómo van ellos a proceder de una forma popular, diferente a la vía institucional del cambio de constitución y mucho más revolucionaria. Estas personas no van a hacer un atentado en La Moneda (que es donde está el presidente) y se lo van a tomar, no es eso, sino que están buscando una vía que surgía de la sociedad, desde la propia gente, desde el propio pueblo, y que sea el pueblo el que tome las decisiones y que tome acción; todo lo contrario de lo que el plebiscito implica, o sea entregar a la clase política el poder para que ella decida por ti. Esta es una forma de lucha de los sectores populares: a través de la organización en asambleas. Otra forma de lucha y organización de los sectores populares es a través de las protestas, porque las protestas no han parado con la movilización de masas en Plaza de la Dignidad; siguen habiendo esas cosas, la organización está, está activa y yo creo que más que nunca. Por el otro lado, lo que los sectores patronales están haciendo es intentar aplacar las movilizaciones manteniendo a la gente contenta: están aprobando muchas leyes en su mayoría (tanto la derecha como la izquierda), entregando bonos, etc. Al mismo tiempo, al respeto de las movilizaciones sigue habiendo mucha represión y están también aprobando leyes para reprimir: se aprobó un compendio de leyes que son para reprimir las manifestaciones, como la ley anti-encapuchados. Esa ley se aprobó en noviembre del año pasado y dice que todas las personas que tengan su rostro cubierto tienen que ser encarceladas; a la fecha de hoy son muchos los presos políticos a los cuales se les ha aplicado la ley anti-encapuchados. El sector político está demostrando el hecho de que está controlado por el sector económico, por los empresarios: algunas de las formas que los sectores oligárquicos están utilizando para operar son la vía institucional y las leyes a favor de esos sectores y en contra del pueblo.

Gracias nuevamente a la compañera por este precioso testimonio que abre un vistazo a la actual situación chilena. Deseamos buen trabajo a las compañeras y los compañeros en Chile y esperamos volver pronto para actualizar a los lectores y las lectoras con buenas noticias.

28/11/2020 | Copyleft © Tutto il materiale è liberamente riproducibile ed è richiesta soltanto la menzione della fonte.

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L'Autore

Simone Rossi

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La città futura

“Sono partigiano, vivo, sento nelle coscienze della mia parte già pulsare l’attività della città futura che la mia parte sta costruendo. E in essa la catena sociale non pesa su pochi, in essa ogni cosa che succede non è dovuta al caso, alla fatalità, ma è intelligente opera dei cittadini. Non c’è in essa nessuno che stia alla finestra a guardare mentre i pochi si sacrificano, si svenano. Vivo, sono partigiano. Perciò odio chi non parteggia, odio gli indifferenti.”

Antonio Gramsci

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